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Para Papá, por siempre en mi corazón…


Hace ya diez años, aquel 10 de Junio, el día amaneció nublado. Era Jueves, de esos días en que pides a gritos que llegue el fin de semana. Era día de clases, 6to Semestre de Comunicación, sólo faltaban cuatro meses para llegar a la graduación, esa graduación de la que tanto hablábamos, y tanta ilusión nos generaba, pero el destino siempre hace de las suyas, y dijo que ya era tu hora, que la misión aquí en la tierra, había terminado.

Y es que, así te fuiste, un 4 de junio al hospital, cuando Andoni llamó a casa y dijo: “Tenemos tu hígado”: Recuerdo que ese día, fuiste a dar un paseo con mamá, por tu amado Centro de la Ciudad de México. Muy a tu estilo, te levantaste temprano, ta duchaste, una buena afeitada, loción de colonia, (porque decías que era malo oler a perfume caro), Una peinada a medias, cortesía de mamá, y listo. No dijiste nada, sólo se escuchó por toda la casa tu grito peculiar: “¡Yolanda, vámonos… cómo es posible que aún no estés lista!” Yo te respondo aquí, cómo querías que estuviese lista, si había que poner a punto al señor Godínez. (Acá entre nos, eso yo también lo hago)… Pero volvamos al punto. Te fuiste así nomás, ni siquiera dijiste, ahorita nos vemos, ¡Nada! Ibas, contento y feliz.

Mamá me cuenta que aquel día, visitaron el Zócalo, para después, comer unos churros en El Moro, visitar La Catedral Metropolitana, (que aunque fueras el más ateo del mundo, presumas a todo pulmón que tenías tus papeles en regla) Después, me dijo que pasaron por la calle de Bolivar, para darse un bailongo con las tiendas musicales que hay por aquellos rumbos. Para por fin llegar a la calle de Mesones, a un edificio color rosa. Ahí, era el nuevo paraíso, del tío Sandy. (Acuérdate que para él, donde estuviese, era el paraíso)… Apenas le estaba dando los últimos retoques, para dejarlo de lujo. Lo pudiste ver, le diste tus observaciones, y de tanta emoción, mamá me cuenta que te invitó a comer, a aquel lugar donde se juntaban todos los políticos de izquierda.(Hoy, estarías muy feliz, o bueno, eso quiero pensar. Porque por fin, a la tercera, ganó Andrés Manuel) Pediste un pozole, y echaste desmadre, como en los viejos tiempos.

Ya avanzada la tarde, regresaste cansado, como cuando aquella inyectora verde, esa máquina enorme de la fábrica, daba lata, y costaba sudor echarla a andar. Apenas podías caminar, pero tu “Corazón Gigante”, te hacía fuerte, y te daba ánimos para seguir en la batalla. Recuerdo que estabas sentado, en tu sillón verde, y en eso, suena el teléfono. Lo tenía a la mano y contesté. Era Andoni, con la voz emocionada, pidiéndome que le comunicara a mamá. Ella, contestó emocionada, “¡Ya está el hígado!” Mi hermana Yoli, fue la encargada de avisarte: “¡Papá, papá, encontraron tu hígado!” Tú, tan analítico como siempre, respondiste: “Hijita, no hagas esas bromas. Con eso no se juega”. Mi hermana, contestó: “No es broma, es la verdad”. Tu Corazón Gigante era tan fuerte, que en tres minutos, estabas montado en la camioneta, tocando el claxon, gritando de felicidad: “¡Apúrense, que llegamos tarde!” Iban mi hermana y mi mamá contigo, yo iría más tarde al hospital.

Por fin, después de un año y medio, de una larga espera, de momentos complejos, tu momento de tener tu nuevo hígado, había llegado. Porque los “hombres imprescindibles”, se merecen eso y mucho más. Tú eras de esos… Guerrero hasta el final.

Nos vimos aquella noche, en el hospital, tan indefenso, tan vulnerable, y tan valiente, me pediste que tomara tu mano, y te diera un poco de fuerza, para entrar a la cuarta cirugía en tu vida, la más dura y la más difícil. Si supieras que a la persona que he visto, y que me ha transmitido esa fuerza, desde que nací, eres tú.

Entraste en aquella sala fría de recuperación, con el puño en alto, como lo hicieran aquellos que admiraste. Hombres que luchan toda la vida, para volverse, “¡Imprescindibles!” Eso hiciste tú, preparar tu camino, para irte feliz, contento y desnudo, con tu cañón de futuro, hacia el pequeño mundo mágico, y desde aquel lugar, recordarnos cada 10 de Junio, que el corazón gigante del hombre valiente, siempre nos ilumina con su estrella elegida…

Xicani.

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